Tanto en situaciones de reposo como en situaciones de movimiento el cuerpo humano requiere de cierta energía. Dicha energía cuando es utilizado de manera racional y dosificada produce efectos positivos en nuestro organismo, como puede ser correr más, mayor saltabilidad, más potencia y mayor desempeño laboral.
Esta energía es obtenida de sustratos específicos que podemos almacenar en nuestro cuerpo, estos sustratos son obtenidos del medio externo a través de los alimentos; hidratos de carbono (azúcares), grasas y en menor medida de las proteínas. Cada una de ellas es capaz de servir como combustible para generar energía bajo la froma de ATP durante el ejercicio.
Estas sustancias específicas que almacenamos en nuestras células y que las tenemos siempre disponibles para realizar ejercicios se les denomina SUSTRATOS ENERGETICOS.
Normalmente las proteínas no se emplean como combustible durante el ejercicio; los hidratos de carbono y las grasas constituyen los dos combustibles principales.
Durante el ejercicio prolongado de intensidad baja, los hidratos de carbono actúan al comienzo como el combustible principal; luego las grasas predominan en el ejercicio.
La dieta afecta la disponibilidad de los combustibles alimenticios. En un estudio, sujetos alimentados con una dieta rica en grasas durante varios días experimentaron un agotamiento temprano cuando realizaron un ejercicio prolongado. En cambio, después de varios días con una dieta rica en hidratos de carbono se triplicó el tiempo de resistencia.
La glucosa es la forma básica utilizable de los hidratos de carbono. Como combustible, la glucosa es transportada al músculo por la sangre. La forma de reserva de la glucosa es el glucógeno que se almacena en los músculos esqueléticos y en el hígado.
El consumo de la glucosa presente en la sangre por los músculos aumenta durante el ejercicio y puede representar del 30% al 40% del combustible oxidado durante un ejercicio prolongado.
La utilización del glucógeno muscular depende de la intensidad, la duración y la forma del ejercicio y de la participación de diferentes grupos musculares.
El agotamiento del glucógeno muscular durante el ejercicio por lo general origina fatiga aunque se disponga todavía de mucha grasa como combustible. Un dato muy interesante que se refleja en aquellos ejercicios de corta duración y alta intensidad, donde el combustible principal son el ATP-PC y el glucógeno.
A partir de los diferentes patrones de agotamiento del glucógeno muscular resulta evidente que las fibras, musculares de contracción lenta o unidades motoras son reclutadas de manera preferencial durante un trabajo prolongado de intensidad baja y que se prefieren las fibras de contracción rápida durante un trabajo breve y de gran intensidad.
El hecho de que diferentes tipos de fibras presenten velocidades diferentes de trabajo es una razón suficiente para elaborar entrenamientos específicos, es decir, cuando se quieren obtener beneficios máximos los programas deben incluir la actividad para la que se está entrenando (y por consiguiente los tipos de fibra que se van a utilizar).
Los ácidos libres constituyen la forma de combustibles básica para la utilización de las grasas. Se los almacena en el tejido adiposo y muscular como triglicéridos.
Durante el ejercicio prolongado moderado los ácidos grasos libres (transportados desde el tejido adiposo por la sangre) y las reservas musculares de triglicéridos contribuyen con una cantidad suficiente de combustible como para hacerse cargo del 11 y el 32% respectivamente, del total del metabolismo oxidativo.
Esta energía es obtenida de sustratos específicos que podemos almacenar en nuestro cuerpo, estos sustratos son obtenidos del medio externo a través de los alimentos; hidratos de carbono (azúcares), grasas y en menor medida de las proteínas. Cada una de ellas es capaz de servir como combustible para generar energía bajo la froma de ATP durante el ejercicio.
Estas sustancias específicas que almacenamos en nuestras células y que las tenemos siempre disponibles para realizar ejercicios se les denomina SUSTRATOS ENERGETICOS.
Normalmente las proteínas no se emplean como combustible durante el ejercicio; los hidratos de carbono y las grasas constituyen los dos combustibles principales.
Durante el ejercicio prolongado de intensidad baja, los hidratos de carbono actúan al comienzo como el combustible principal; luego las grasas predominan en el ejercicio.
La dieta afecta la disponibilidad de los combustibles alimenticios. En un estudio, sujetos alimentados con una dieta rica en grasas durante varios días experimentaron un agotamiento temprano cuando realizaron un ejercicio prolongado. En cambio, después de varios días con una dieta rica en hidratos de carbono se triplicó el tiempo de resistencia.
La glucosa es la forma básica utilizable de los hidratos de carbono. Como combustible, la glucosa es transportada al músculo por la sangre. La forma de reserva de la glucosa es el glucógeno que se almacena en los músculos esqueléticos y en el hígado.
El consumo de la glucosa presente en la sangre por los músculos aumenta durante el ejercicio y puede representar del 30% al 40% del combustible oxidado durante un ejercicio prolongado.
La utilización del glucógeno muscular depende de la intensidad, la duración y la forma del ejercicio y de la participación de diferentes grupos musculares.
El agotamiento del glucógeno muscular durante el ejercicio por lo general origina fatiga aunque se disponga todavía de mucha grasa como combustible. Un dato muy interesante que se refleja en aquellos ejercicios de corta duración y alta intensidad, donde el combustible principal son el ATP-PC y el glucógeno.
A partir de los diferentes patrones de agotamiento del glucógeno muscular resulta evidente que las fibras, musculares de contracción lenta o unidades motoras son reclutadas de manera preferencial durante un trabajo prolongado de intensidad baja y que se prefieren las fibras de contracción rápida durante un trabajo breve y de gran intensidad.
El hecho de que diferentes tipos de fibras presenten velocidades diferentes de trabajo es una razón suficiente para elaborar entrenamientos específicos, es decir, cuando se quieren obtener beneficios máximos los programas deben incluir la actividad para la que se está entrenando (y por consiguiente los tipos de fibra que se van a utilizar).
Los ácidos libres constituyen la forma de combustibles básica para la utilización de las grasas. Se los almacena en el tejido adiposo y muscular como triglicéridos.
Durante el ejercicio prolongado moderado los ácidos grasos libres (transportados desde el tejido adiposo por la sangre) y las reservas musculares de triglicéridos contribuyen con una cantidad suficiente de combustible como para hacerse cargo del 11 y el 32% respectivamente, del total del metabolismo oxidativo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario